Ánimo Para la Carrera

Audrey Pond la Intercesora

En el artículo de la semana pasada, les presenté a “Mis maestros” de la selva amazónica del Perú quienes impactaron poderosamente mi vida a través de su ejemplo del servicio humilde al Señor. Este mes hace cuarenta y cinco años la Primera Iglesia Bautista en Gorman, Texas me llamó a ser su pastor. El Señor usó varias personas en la congregación en Gorman para moldear la vida de un pastor joven. Audrey Pond era la maestra de una clase de señoras mayores en la escuela dominical y asistió fielmente a todos los cultos semanales. Pero un día me di cuenta de lo que fue realmente su ministerio dentro de la iglesia. Lo que aprendí de su testimonio y ejemplo se convertiría en la base de mi propia vida y Ministerio.

Nuestra iglesia en Gorman fue bendecido con un grupo grande de jóvenes y cada año había un banquete del Día de Amor y Amistad. El banquete fue planeado para un sábado por la noche y el menú tenía comida mexicana como el plato principal. Una de las hermanas de la congregación había estudiado en México y sabía preparar deliciosos platos de la cocina mexicana. Ella pasó casi toda la tarde en la cocina de la iglesia preparando la comida. Estaba en mi oficina haciendo la preparación final para mi sermón del domingo por la mañana y podía oler los maravillosos aromas procedentes de la cocina. La tentación era más de lo que yo pudiera resistir e hice varios viajes a la cocina para saborear la comida que ella estaba preparando. Esa noche disfruté de la cena mexicana y me fui a la cama pensando que todo estaba bien. Sin embargo, todo no estaba bien. A las tres A. M. me desperté muy mal. Yo había consumido demasiada comida más grasosa y picante que normalmente consumía. Afortunadamente, mi tiempo de náuseas pasó y podría volver a la cama y completar el sueño.

Aunque estaba un poco débil, pude predicar el domingo en la mañana. Durante el mensaje, comenté brevemente acerca de lo que había sucedido durante la noche y que me alegré de poder predicar esa mañana. Al final del culto Audrey se me acercó y compartió algo que Dios usaría para dar un fundamento más sólido para mi vida y ministerio. Ella me dijo que exactamente a las tres de la madrugada ella se había despertado con una fuerte carga y una dirección de Dios a orar por mí. Durante un período prolongado, ella intercedió por mí, sintiendo que yo estaba enfrentando una crisis. Audrey también me comunicó que ella oró fielmente por mí cada día y que cada domingo ella intercedió por mí de cinco a seis de la mañana. Ella había seguido esta práctica durante muchos años a orar una hora por su pastor temprano en la mañana el domingo antes de que él se parara a predicar la Palabra de Dios.

La oración ya era una parte importante de mi vida, pero mi encuentro con Audrey ese día la puso en una dimensión más amplia. Dos cosas importantes se destacaron para mí de su ejemplo. Primero, la intercesión era una parte regular y disciplinada en su vida. En segundo lugar, ella tenía la confianza que su intercesión ante el Señor haría una diferencia. Ella era muy humilde en su actitud, pero creyó que el Señor estuvo atento a sus oraciones y que Él obraría en las vidas de aquellos por quienes ella oró. El Señor usó lo que vi en la vida de Audrey para mostrarme que la intercesión no debía ser algo solo complementario para todo lo demás que hice pero que tuvo que ser la base para todo lo demás.

A partir de ese día la intercesión se convirtió en una parte más importante de mi oración diaria en el tiempo devocional. Pero también comencé a apartar otros tiempos definidos para la intercesión. Hice una lista de todos los miembros de la iglesia y oré sistemáticamente a través de esa lista, orando por varios de ellos cada día. Cuarenta y cinco años después todavía sigo esa práctica. Oro por aquellos que el Señor ha puesto en mi esfera de influencia regular y sistemáticamente, junto con otros que son traídos a mi atención o que el Espíritu Santo ponga en mi corazón. Creo que esta es una manera por la cual puedo cumplir el consejo que el Apóstol Pablo dio a los ancianos de Éfeso: “28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” Hechos 20:28 RV 60. No hay mejor manera en que yo pueda ministrar a quienes el Señor ha puesto bajo mi cuidado que ponerlos amorosamente delante de Él en intercesión.

Mi petición al Señor es que los de nosotros que deseamos andar muy de cerca con Dios hagamos de la intercesión una parte regular y disciplinada en nuestras vidas, sabiendo que Él escucha y contesta nuestras oraciones a favor de otros.

 

 

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